Los inicios
El desplazamiento de personas o mercancías es un hecho ligado a la existencia del hombre. Desde sus orígenes el tráfico constituye un fenómeno social, histórico, económico y jurídico en el que se encuentran inmersas todas las sociedades y en el que, de facto, no existen barreras ni fronteras.
La aparición del automóvil a motor a finales del siglo XIX motivó la necesidad de ordenar el tráfico terrestre dando lugar así al desarrollo de estructuras de gobierno tanto para gestionar el desarrollo y mantenimiento de los vehículos y las vías como para ordenar los criterios y aptitudes necesarios para conducir estos aparatos.
Y ahí fue cuando en 1959 nació la Jefatura Central de Tráfico, un organismo dependiente del entonces Ministerio de la Gobernación, hoy Ministerio del Interior. Creada con el fin de unificar las competencias hasta entonces dispersas en otros organismos de la Administración, y atender a la expansión que en materia de circulación de vehículos a motor, se estaba produciendo en España.
La unificación de competencias se mantuvo hasta los años 1982 y 1997, años en los que se transfirieron varias competencias ejecutivas en materia de tráfico y circulación de vehículos a motor y seguridad vial a País Vasco y Cataluña respectivamente.
La seguridad vial en España ha estado marcada por la implementación progresiva de medidas de diferente naturaleza destinadas a reducir la siniestralidad en las carreteras. A lo largo de la historia del Organismo destacan hitos clave como la introducción del permiso por puntos, la obligatoriedad del cinturón de seguridad y los sistemas de retención infantil, la reducción de la tasa de alcoholemia o la regulación de los vehículos de movilidad personal, entre otras muchas. Estas iniciativas, enmarcadas en distintas estrategias y planes nacionales de seguridad vial junto con otras lideradas por otros agentes, reflejan el esfuerzo continuo y compartido por hacer de las vías españolas un entorno más seguro para todos los usuarios.