El estrés es un proceso psicológico normal que se origina cuando se presenta una fuerte exigencia y no sabes cómo responder ante ella de forma clara y adecuada. Si ante esa demanda pudieras responder de forma inmediata y eficaz, la situación se resolvería con éxito y no se producirían las consecuencias negativas asociadas al estrés.
En cambio, en caso de que no puedas dar una respuesta rápida y eficaz, tu organismo pondrá en marcha un mecanismo de emergencia general. Los cambios corporales que produce este mecanismo son lo que probablemente conocías como estrés (aunque ya ves que en realidad no son más que una parte del proceso). Con ello, tu cuerpo trata de prepararse para afrontar cualquier tipo de situación problemática.
De lo anterior podemos concluir que un cierto nivel de estrés es necesario para salir con éxito de numerosas situaciones, sin embargo, si la respuesta de alarma se hace demasiado intensa o si se prolonga durante mucho tiempo, el estrés puede pasar de ser un mecanismo adaptativo a ser un serio problema de salud.
En las situaciones de tráfico, las manifestaciones del estrés suelen ser inútiles, contraproducentes y aumentan los riesgos para la seguridad.
Por ejemplo, si te encuentras en un atasco y tienes mucha prisa, puede que desarrolles una respuesta de estrés: aumentará tu tensión arterial, tu tasa cardíaca y el tono muscular. Sin embargo, nada de esto te ayudará a salir del atasco, sino, como mucho, a empeorar la situación con un comportamiento impulsivo o agresivo.