La ley de bienestar animal aprobada en 2023 debería haber cambiado la forma en la que nuestras mascotas viajan en el coche. Esta norma establecía que en nuestros viajes no sólo había que garantizar el bienestar del animal, sino también su seguridad. “Se pasaba toda esa responsabilidad al propietario, pero sin darle ninguna pista sobre cómo conseguirlo”, asegura Josep María Vallès, presidente de la Fundación Smart Baby. Un dilema sin aparente solución, habida cuenta de que dos años después de la aprobación de esta ley aún no existe una homologación que acredite que los productos vendidos como sistemas para que las mascotas viajen seguras son realmente eficaces.
A miles de kilómetros, Lindsay Wolko, fundadora del Center for Pets Safety, se enfrenta en EE.UU. al mismo problema. Para ofrecer soluciones, desde 2011 la organización que dirige ha realizado pruebas, crash test incluidos, a los 300 productos vendidos en su país como dispositivos de retención y seguridad canina. Sólo 15 han superado las pruebas. “Este sector está poco regulado y tiene escasa o nula supervisión. Ese es el reto, concienciar a los dueños de mascotas de que los productos que están en los estantes de las tiendas pueden no ser seguros a pesar de afirmar lo contrario”, explica Lindsay Wolko a la televisión estadounidense.