Con el paso de los años nuestras facultades se resienten con el envejecimiento: los reflejos, la vista y el oído o la atención no responden ahora como hace unos años. Es cierto que estos cambios no se producen de una forma brusca, de un día para otro, si no de manera progresiva, muy poco a poco, casi sin darnos cuenta.
Por eso tienen tanta importancia las revisiones médicas: sirven para detectar nuestros “niveles” y actuar en consecuencia. Sólo conociendo perfectamente nuestras condiciones físicas podremos tomar las medidas oportunas.
En todo caso, hay situaciones que son evidentes: para cruzar una calle se necesita más tiempo que antes, incorporarnos a una vía exige más comprobaciones, subir al autobús cuesta cada vez más… Pero envejecer no supone necesariamente renunciar a la autonomía que aporta la conducción. Sí es recomendable valorar y revisar, con mayor frecuencia, aquellos aspectos de su salud que garantizan la seguridad en la conducción.