La inteligencia artificial ya circula por las vías públicas. El control del estado de las carreteras ya no necesita del ojo humano. Unos dispositivos diseñados por la empresa ASIMOB –cuyo nombre rinde homenaje a Isaac Asimov, autor de ciencia-ficción, y de títulos como “Yo, Robot” o la trilogía de la Fundación– permiten detectar cualquier cambio o deterioro en las señales de tráfico, en las marcas viales de la calzada, el asfalto o en zonas de obras con una precisión mayor y a un coste mucho más reducido. Es lo que se ha dado en llamar el “inspector autónomo de carreteras” y ya lo utilizan instituciones como el Ayuntamiento de Madrid, la Diputación Foral de Gipuzkoa o la Junta de Extremadura.
Todo empezó en 2016, en una reunión informal de un grupo de antiguos compañeros de carrera que se veían con cierta periodicidad. Habían salido hacía ya tiempo de la Universidad y todos ejercían como ingenieros de telecomunicaciones o informáticos. En la conversación surgió el tema de los vehículos autónomos: ¿Cómo sería el futuro? ¿Cómo afectarían los cambios a la gestión de las carreteras? ¿Cómo se gestionaría la conservación de las vías públicas? Y tal fue el interés que despertó el asunto que le dieron vueltas y vueltas hasta que, a finales de 2019, tuvieron un primer prototipo, basado en la inteligencia artificial y en el internet de las cosas (IoT), que chequearon con algunas instituciones. La primera, la Diputación Foral de Gipuzkoa, que comprobó que su solución era mucho más útil que la monitorización manual de la vía pública.