En los últimos cinco años han fallecido 11 personas por atropello en la ciudad de Burgos. Las dos últimas en febrero de este año, ambas en pasos de peatones. Esta ciudad castellana registró el año pasado 76 atropellos, de los que 53 (el 70%) tuvieron lugar en pasos de peatones. “La gente pasa por donde debe y se les sigue atropellando. Algo no está funcionando”, afirma Félix Martínez, experto en movilidad urbana y presidente de la asociación Andando Burgos. “No se está implementando una política de calmado del tráfico como se debería, y ahí incluimos tanto la disminución del volumen de tráfico como la velocidad de circulación. Ir a 32 km/h quizá no sea una velocidad excesiva, pero sí inadecuada en muchos casos. El Reglamento dice que al acercarnos a un paso de peatones siempre tenemos que reducir la velocidad ante la posibilidad de que haya peatones”.
Más allá de las leyes, en la configuración de las urbes hay circunstancias que influyen en los atropellos y sobre las que puede actuarse: “No es lo mismo tener carriles de circulación de 3,50 metros de ancho o más, a que sean más estrechos y apropiados para el entorno urbano. Está demostrado que cuanto más estrecha es la calzada por donde circulas, más despacio y atento vas”, apunta Martínez.
En Burgos, como en otras muchas ciudades, las avenidas que soportan más tráfico, arterias principales con más de un carril por sentido y velocidad máxima de 50 km/h, son las que más atropellos graves registran. Y también los nuevos ensanches, que repiten patrones erróneos del pasado: “Son zonas de dimensiones inhumanas, con distancias enormes, pensadas sólo para el coche, donde además, al tener poco tráfico, se favorece la velocidad, con pasos de peatones distanciados, isletas con senderos peligrosos en las medianas...”, advierte el experto de la asociación Andando Burgos.
Ana Montalbán, de Ciudades que Caminan, tiene claro que el problema de los atropellos “es una cuestión de educación vial, de vigilancia y, sobre todo, de cambiar los entornos con otra jerarquía de prioridades. En la pirámide invertida de la movilidad urbana, el peatón debe estar en la cima. Si hay un atropello por error humano, es mejor que se produzca a 20 km/h que a 60, la diferencia es la vida. Hay que pacificar el tráfico, por supuesto, interrumpir la trayectoria lineal de los vehículos, hacer carriles más estrechos y/o reducir su anchura en las inmediaciones de los pasos de peatones, crear calles de convivencia, semipeatonalizar con la señal S28 o directamente peatonalizar. Se trata de impedir físicamente que los vehículos puedan correr en la ciudad, y así los usuarios más vulnerables puedan moverse con seguridad”.
José Antonio López, concejal de Movilidad de Burgos, reconoce que están “bastante preocupados” por la sucesión de atropellos (243 entre 2022 y 2024): “Se dan situaciones, como las distracciones, tanto del peatón como del conductor, en circunstancias difíciles de explicar. Por ejemplo, tenemos un paso de peatones conflictivo, en una calle regulada con radar sancionador, una línea recta con perfecta visibilidad, sin obstáculos en la vía...”. López asegura que el Ayuntamiento burgalés ha invertido unos 3 millones de euros en los dos últimos años para afrontar la ‘plaga’ de atropellos. “Hemos actuado en los pasos de peatones de forma muy ambiciosa. Por un lado, modificando la regulación semafórica, eliminando el ámbar permanente, aumentando los tiempos del verde para el peatón, cambiando pulsadores por la detección automática de peatones, o instalando 58 pasos de peatones inteligentes, que detectan al peatón y advierten al conductor de su presencia”, explica el concejal, que achaca parte del problema a la geografía urbana: “Burgos es bastante llana y se extiende a lo largo del río, hay muchas rectas y la circulación invita a la velocidad”.
Pese a la inversión millonaria, de momento los resultados no son todo lo positivos que esperan en esta ciudad. “Me consta que se lo están tomando en serio, pero creemos que de manera errónea”, explica Félix Martínez, de Andando Burgos. “Se está apostando mucho por la tecnología, que tiene sus pros y sus contras, pero que no está disminuyendo los atropellos. Hay que dar un paso más, aunque vaya en contra de la llamada ‘cultura del coche’”. Ana Montalbán, de Ciudades que Caminan, cree que ciertas actuaciones, aunque impopulares, son necesarias: “Si hago un carril más estrecho o pasos sobreelevados, te fastidio porque no puedes correr. Si peatonalizo, te fastidio porque no puedes entrar... Pero si pongo un paso de peatones que se ilumina cuando detecta a un peatón, eso no fastidia a nadie. No digo que no se haga, todo suma, pero no es la solución”.